Cada 25 años en nuestro país se legisla sobre TV. Por eso ha resultado muy importante la discusión en torno al actual proyecto de ley de la TV Digital y que el tema sea analizado a fondo y en todas sus aristas para definir la TV que queremos los próximos 30 años para un país como Chile.
Uno de los puntos que se ha tratado con mayor cuidado reside en las indicaciones y cambios respecto de quien velará por el bienestar y resguardo de la TV, es decir el Consejo Nacional de Televisión (CNTV), su composición y atribuciones.
Para que se entienda con claridad, el CNTV debe velar por el debido uso del lenguaje, la diversidad y el fomento de la educación. Estamos claros en que uno de los aspectos más delicados que se esta discutiendo es la entrega de concesiones por parte de esta entidad, pero no hay ninguna indicación o términos de referencia que señalen los requisitos que se puedan pedir siendo que este aspecto es fundamental para asegurar la existencia de una TV cultural, educativa y pluralista dentro de la oferta de programática. Como lo hemos señalado anteriormente en El Post – TVD tú derecho, tú TV- aún no se debate siquiera que se entiende por estos conceptos, lo que ameritaría que la calidad de “suma urgencia” con que el Ejecutivo ha calificado la tramitación de este proyecto sea cambiada para poner el tema en la mesa y que la Comisión del Senado que compete se haga cargo de su estudio y pueda reflexionar mejor lo que le conviene a las futuras audiencias.
Dicho de otro modo, las 4 horas de programación cultural que se pretenden incorporar por ley, de acuerdo al CNTV, no es relevante en la TV abierta. Y en honor a la verdad, por eso los canales prefieren pagar multas o aplicar la norma de manera mañosa. Primero porque según ellos la cultura no les reporta ni en recursos ni en rating. Segundo, pasan la programación por cumplir la ley a horas de baja audiencia. Y tercero, no han sabido rentabilizar programas culturales y educativos. Por estos motivos, la discusión seguirá siendo técnica a pesar de que debería ser un aspecto central de la nueva norma.
Se ha insistido mucho en que además el proyecto debe asegurar la gratuidad y la pluralidad en el otorgamiento de las concesiones y reservar espacio en el espectro a los canales comunitarios y regionales, que son fundamentales a la hora de entregar programación que va arraigada en el patrimonio inmaterial y cultural en distintos puntos del país. Junto a esto se fomenta la oferta televisiva.
Que la ciudadanía se informe es una obligación y, para que quede más claro, es bueno recordar que el organismo fiscalizador de la TV, es decir, el CNTV está compuesto por su presidente, que es elegido libremente por el Presidente de la República y dura en el cargo lo mismo que quien lo designó, es decir cuatro años; y por otros diez integrantes propuestos por el Presidente de la República al Senado, aprobados por la mayoría absoluta de sus integrantes. Estos últimos “deben ser personas de relevantes méritos personales y profesionales”, tales como ser Premio Nacional en cualquiera de sus menciones, miembro de alguna de las Academias del Instituto de Chile, ex parlamentario o ex ministro de Corte, profesor universitario, director o rector de colegios de enseñanza media de reconocido prestigio nacional o ex oficial general de las FF AA o Carabineros de Chile y duran ocho años en el cargo.
Esta forma de integrar el CNTV corresponde al propósito de que quienes accedan a esta responsabilidad sean personas inmunes a la contingencia, sin perjuicio de que tengan sus propias identidades políticas, ideológicas y religiosas.
La definición del CNTV se hizo teniendo como referencia los directorios de la BBC y la RAI. Un criterio similar se tuvo respecto al directorio de TVN para que su composición fuera pluralista. Esta característica del CNTV es importante dadas sus facultades, tanto de supervigilancia sobre los canales de TV, sancionado a aquellos que no cumplen con el correcto funcionamiento –que siendo la de mayor visibilidad no es la más importante-, la de otorgar concesiones (en la que los aspirantes debieran presentar su proyecto de programación, deben tener una duración máxima de ocho años y ser gratuitas), la de discernir sobre fondos concursables y realizar estudios sobre la TV.
Es a través de este organismo que se entrega una gran parte de los subsidios para el financiamiento de la producción audiovisual televisiva, de productoras independientes y de televisión en Chile. Es bueno apuntar que los canales que más transmiten cultura se encuentran en la TV por pago. Quizás deba discutirse también la entrega de fondos a estos, ya que es un dato real que el 60% de los hogares accede a esta TV y que los niños y jóvenes pasan largas horas por TV de los cableoperadores.
Con todo, se puede decir que en términos generales el modelo ha funcionado bien, desde el momento que la gran mayoría de sus decisiones son unánimes. Sin embargo, han surgido algunas críticas porque el pluralismo se refleja en el ámbito político pero no en otros aspectos, como el social, cultural o étnico.
Por eso, en el actual proyecto de ley sobre el CNTV, que discute el Congreso, se puede avanzar en esta materia incorporando también otras variables, como son la de expertos en el tema o representantes de movimientos sociales o ciudadanos.
Este podría ser un nuevo paso en el perfeccionamiento de este organismo tan importante para el funcionamiento de la TV, y por ende, para el ejercicio de la libertad de expresión y de la democracia en nuestro país.
Jorge Donoso, Periodista. Ex Director del CNTV (2001 – 2010), Ex Presidente del Directorio de TVN (1992 – 1994) y ex Presidente del Colegio de Periodistas.
Columna publicada en El Post 05/2011