A casi una semana de iniciada la franja electoral, las imágenes transmitidas no han estado exentas de análisis, críticas y polémicas. Entre estas, las más recurrentes apuntan a que candidatos y partidos están lejos de los contenidos y la creatividad, que se olvidaron de las regiones, que carecen de relato y de historia. Desde el punto de vista audiovisual se cuestiona la pobreza de las imágenes, no hay señales de ciudadanía, despreocupación por la calidad y una notoria diferencia en los recursos empleados. Es lo que señalan los expertos -publicistas y analistas políticos-, así como la propia audiencia.
Si bien la franja puede no tener mayor incidencia en el voto, lo cierto es que hoy día hay exigencias mayores de parte de la audiencia. Por eso, es sorprendente ver que los candidatos se olviden de los públicos objetivos y el mensaje con el que deben llegar. No obstante, la franja debiera ser un factor relevante dentro de las campañas, por lo que deben preparase con anticipación. Sin embargo, son diseñadas en menos de un mes, casi improvisando, sin una propuesta, planificación ni estrategia clara, como demostrando que no se conocen las reglas básicas del marketing político. La franja electoral debiera tomarse como lo que es: Una herramienta fundamental de presentación, de convencimiento, de captura de la atención del elector esquivo que ve la TV, al que no hay acceso o no esta en casa cuando un equipo del comando pasa haciendo su ‘puerta a puerta’.
Ejemplificando lo anterior, en la franja de los parlamentarios que van por dos o tres periodos resulta que elegir como su frase más recurrente -y con gran sonrisa- ‘Me comprometo a trabajar de verdad’, es como para suponer que en estos años no trabajaron en serio.
Al contrario de los dichos del Director de Publicidad de la Universidad Diego Portales reproducidos por algunos medios, en cuanto a que no hay creativos en Chile, tengo mucha más confianza en nuestros profesionales. En nuestro país hay excelentes creativos, audiovisualistas, publicistas, cineastas jóvenes y emprendedores, como lo demuestra la publicidad comercial o virales de internet. Lo que ocurre es que los partidos insisten en quedarse con lo económico, en contratar a los amigos o mantener los mismos equipos que ya agotaron sus ideas en otras campañas. Los resultados están a la vista: No logran penetrar en las audiencias y mucho menos convencer a los votantes.
En el encuentro de ANATEL realizado hace pocos días, se dio a conocer la vigencia de la TV y se señaló que los chilenos siguen prefiriendo los canales nacionales para informarse. Las estadísticas de TVN afirman que al canal público lo ven más de 8 millones de chilenos. Por eso llama la atención la poca importancia que se le asigna a las franjas, siendo que la TV es el medio que más impacto tiene y los candidatos se pelean por figurar día a día en la pantalla, pero hoy que tienen su espacio asegurado no logran conectarse con el telespectador.
Sumamos algunas inconsecuencias de la franja electoral. De un total de 40 minutos, hay dos bloques de 20 minutos, para presidenciables y postulantes al Parlamento. Los independientes disponen de 39 segundos en total, apareciendo 4 segundos al aire cada uno. Hay que detenerse en esos 4 segundos, considerando que este país ha cambiado y que se aprobó la TV Digital. La franja no está en la Ley del Consejo Nacional de Televisión, sino en la Ley de elecciones. Los broadcasters siempre han alegado por la franja, ya que a su juicio le están dando tiempo «gratis» a los candidatos, sin reconocer que el tiempo gratuito de la franja es parte de su cumplimiento con el rol de servicio público que les corresponde.
Sin duda la ley de elecciones es la que debe modificarse en un país que cada vez exige más igualdad, información y participación. Ese debe ser el desafío del Parlamento. Hoy, cuando la clase política y sus instituciones tienen una baja aprobación; hoy, cuando van dos candidatos independientes emblemáticos de movimientos sociales como Giorgio Jackson y Gabriel Boric, sin duda llegó la hora de cambiar las reglas y abrir estos espacio a la participación ciudadana.
Con todo, lo que debiera ser prioridad para los candidatos, partidos, CNTV, ANATEL, son las audiencias. Los horarios de transmisión son muy malos, dirigidas a la dueña de casa, jóvenes – adolescentes y niños. Segmentar el público votante hoy y dar mejor horarios para que todos se informen es solo voluntad.
Ver la franja electoral es una opción y si no gusta los primeros días, ya nadie la verá después, por lo tanto los recursos gastados serán en vano. Y es lo que se vaticina en estos días, no se mide el rating por el trending topic del Twitter, ya que el Chile real no tiene Twitter.
De esta manera, no se entiende que las franjas sean en lenguajes tan populosos, que les hablen a las audiencias como si fueran ignorantes y en algunos casos hasta no hablen. En las promesas están educación pública gratuita y de calidad, AFP Estatal, Salud gratuita, Nueva Constitución y ‘Me comprometo a trabajar de verdad’. Escasez de rostros de TV y de la Cultura para ayudar en estas promesas y que la señora Juanita recuerde, es lo nuevo de la franja 2013.
Que los políticos tomen la franja como obligación cuando se quejan de la falta de espacios y desarrollen sus mensajes sin contenidos, es lo que genera las reacciones negativas de hoy. La franja electoral, que debería ser parte esencial de la comunicación política, no logra ser incorporada en el cerebro del político. Cuando se la entienda y se reconozca su importancia, recién se logrará alcanzar modernización, calidad y contenidos en las campañas electorales del país.
Columna publicada en El Mostrador