“Vivo en la realidad. Duermo en la realidad. Muero en la realidad. Yo soy la realidad. Tú eres la realidad. Pero el sol es la única semilla”.(Gonzalo Rojas)
Gonzalo Rojas, ciudadano del Bicentenario, como lo condecoró su natal Lebu; el escritor y poeta vivo más importante de la lengua española, según Octavio Paz. De imagen inconfundible con su sombrero negro, un caballero, un grande; un referente obligado a nivel mundial, amante de las sílabas, heredero del surrealismo y el erotismo. Uno de los cinco grandes de la literatura y poesía de Chile, junto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Nicanor Parra.
Filósofo, filólogo y literato, a sus 93 años nunca dejó de escribir y quizás le falten premios pero no le ha faltado el cariño y reconocimiento mundial. Amigo de Matta y admirador de Huidobro. Políticamente ligado al comunismo pero alejado del partido, fue nombrado embajador de Cuba en el Gobierno de Allende cargo que no alcanzó a ejercer. Tras el golpe de Estado fue privado de su pasaporte y nacionalidad, junto a su mujer e hijo. El ciudadano bolivariano, como él se denominaba, vivió el exilio en Caracas.
Todos reconocen su figura, pero son muy pocos los afortunados que saben la historia del maestro y los que en serio han leído su obra. La biografía del premio nacional de literatura del ´92 es extensa e importante y las generaciones jóvenes no recuerdan sus obras son el reflejo de una deuda de la educación con él, ya que en su formación de profesor, fue escribir en un lenguaje sencillo para llegar a todos.
Nuestro poeta aún con luz es un hombre alegre, jovial, optimista, de gran vitalidad a pesar de sus años y, como buen sagitario, bueno para las bromas en sus intervenciones. Hace un año gozaba de esta vitalidad, cuando pocos días antes del terremoto, en el marco de un evento cultural de impacto mundial, la alegría se apodero de él al saber que el Rey Juan Carlos confirmaba su asistencia para inaugurar la exposición “Esto y el Relámpago: Gonzalo Rojas”. Invitado por el escritor, se ajusto una agenda que bien valía la pena. Querido por los reyes de España ya había sido reconocido, por el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
En esa ocasión, recibiría además un homenaje y reconocimiento de cara al Bicentenario de las Repúblicas Hispanoamericanas en el evento cultural más importante de la lengua española a realizarse en Valparaíso. Sin embargo, tras el #27F no hubo homenaje, ni Rey, ni Congreso.
Tras arduos meses de trabajo, no se detiene “Esto y el Relámpago, Gonzalo Rojas” y se expondría en el Museo de Artes Visuales, mostrando el reflejo del poeta, su historia, su vida escrita en primera persona y sus símbolos: el caballo, la piedra, las mariposas, la cama china, múltiples habitaciones que va habitando cada día, los espejos, las rosas. Y así una casa que cambia y nunca vuelve a ser la misma, pero que es siempre él, una parte fundamental de su “estar en el mundo”.
El Poeta:
La palabra nace a los cinco años en su Lebu natal, del encuentro con la luz y el estallido del mar y el trueno y la voz re-lám-pa-go pronunciada por uno de sus hermanos. Desde aquel día el diálogo entre la luz, el silencio y la palabra, se le da como un ejercicio permanente de silabear y develar el mundo. Un viaje imaginario con su voz.
Su voz:
“Yo soy como cualquier poeta, no soy exclusivamente el que lleva el poder en esto, pero me funciona la metamorfosis de lo mismo. Eso es cierto, tantas veces que me han reparado y objetado: “¿por qué reiteras y reproduces los mismos poemas que hiciste cuando muchachón y los metes, los insertas junto con los poemas actuales, que ya no son de muchachón, de un animal distinto, mayorcito?”
…porque no puedo. Y entonces… un poema, se me da en diálogo con otro y otros y otros. No se trata de reproducirnos para hacer la trampa de mostrar mayor productividad. No. Sino que son tan parientes los poemas, los unos con los otros. Si ustedes me oyeran poesías de mis 18 años…
Se remontan las aguas, se remonta el vuelo, pero nunca hasta el punto de autocopiarse. Eso No.”
Hay un grado de certidumbre pero la naturaleza de la poesía…¿cómo lo digo para no ser aburrido? Es el enigma ¿y qué otra cosa? Es no llegar. Esa idea vieja y bellísima de Goethe “¡que no puedas llegar nunca!”. Eso es lo lindo, no llegar. Que tanto llegar. No.
Hablo solo. Y la moraleja no hay moraleja en esto, pero lo ideal es hablar solo. Es bueno hablar solo, solo, solo, solo…
Dale a tu imaginación, que es un portento la imaginación, dale la opción a que también ella funcione, y que esté tan fresca, con frescor increíble. No andar con preocupaciones y con miedos y con reservas mayores. Hasta donde se pueda, tampoco nos vamos a volcar a valientes como se dice ¿no? Valentones no, pero en lo posible no transar con esa suerte de preocupación. (Extracto)
Más que biografía nos regala su vida contada por él mismo. En estos días, en que el estado de salud del maestro es complejo, es necesario reconocer su gravitación en las letras. Estoy segura que ya esta escribiendo para deleitarnos con su última obra como si tuviera los 18 años de sus primeros poemas.
Ayer me pregunte ¿Qué le faltó a nuestro Gonzalo Rojas? ¿Por qué no nos acordamos de sus obras? ¿Qué hacemos por Él? ¿Cómo lo reconocemos y homenajeamos?
Yo no encontré la respuesta y agradezco a mi amigo de la cultura el escritor Roberto Ampuero por compartir esta:
“En toda la lengua Gonzalo Rojas es un referente obligado. El mayor reconocimiento que pueden hacerle a un escritor es que lo lean y a un poeta que lo escuchen. A un poeta de su talla la muerte no lo mata”.
Se que muchos ya no escuchan a los poetas pero nunca es tarde para aprender. Este post es un pequeño y humilde reconocimiento para escuchar en la imaginación la voz de un referente obligado que debemos conocer y nunca olvidar.
Aplausos al poeta Gonzalo Rojas y como el decía “Es bueno hablar solo, solo, solo, solo”.
Columna publicada en El Post 02/03/2011